DESTRUCCION DE LA CIUDAD DE CASTRO POR EL CORSARIO BALTASAR DE CORDES.

Destrucción de la ciudad de Castro por el Corsario Baltasar de Córdes, destacandose en dicho suceso doña Inés de Bazán.

Entrado el año 1600 el pirata holandés Baltasar de Córdes, arribo a las costas de Chiloé en su nave "La Fidelidad". Una vez anclado con su navío en el Puerto de Castro, el astuto corsario se hizo pasar por comerciante ante el corregidor de la ciudad Baltasar Ruiz de Pliego, quien luego de múltiples engaños y ya ganada la confianza del corregidor y la buena fe de los demás españoles, se lanzó contra la villa y se apoderó de ella, aprovechando la poca fuerza militar y que además se encontraba pobremente armada, procede a masacrar a la mayoría de sus residentes, logrando el gobernador refugiarse en la iglesia con un reducido piquete, comandado por el Capitán Rodrigo de Escobar, donde se incluyen mujeres, niños y el mismo cura Pedro de Contreras Borras, quienes se defienden heroicamente del ataque refugiados en la misma casa de dios, resultando en vano dicho acto de valor y arrojo por la gran diferencia de fuerzas, cayendo uno tras otro aquellos valientes hidalgos españoles, mientras una de las mujeres españolas de nombre Inés de Bazán y Orostegui, empezaba a dar luces de heroísmo, con la braveza que distingue a su linaje, arcabuz en mano trata de seguir repeliendo el ataque de los holandeses y de los pérfidos indios aliados, conjuntamente con las demás damas españolas, quienes fueron las ultimas en caer y ser luego hechas prisioneras junto a sus hijos. Es importante recalcar que el corsario Baltasar de Córdes, no le perdonó la vida a las mujeres por compasión, sino como dice un investigador para que ellas sean pastos de sus deseos y luego después de desahogar sus urgencias, ser entregadas a los indios.

Una vez tomada la ciudad en formación, ésta es quemada en gran parte, instalando Baltasar de Córdes su cuartel general en una de las casas que quedó en pie, autoproclamándose Rey del archipiélago, construyendo una empalizada de madera (Fuerte provisorio) con dos bastiones, disponiendo en cada uno de ellos dos cañones y hombres de guardia armados con mosquetes, incluyendo el refuerzo indígena, que ascendía a seiscientos naturales aproximadamente, mientras tanto otro grupo de holandeses permanecía en la nave. Cabe recordar que mientras ocurrían estos sucesos y la villa de Castro había caído bajo el poder de Baltasar de Córdes, una sección integrada por aproximadamente 25 españoles, que durante el ataque del corsario a la ciudad se encontraban de patrullaje por los alrededores y al mando del capitán Luis Pérez de Vargas, quien también mantenía a su familia prisionera del bucanero, al igual que otro oficial integrante de dicha patrulla de nombre Juan Oyarzún Lartaun y Bazán, hijo de doña Inés, sumándose también a ellos un segundo grupo de españoles integrado por pobladores de la villa y soldados que habían logrado escapar del cruento ataque, se encontraban apresto y esperando el mejor momento para poder atacar, no obstante que habían mandado ya a pedir ayuda a la ciudad de Osorno, que también en ese entonces sufría de los asedios constantes de los indígenas.

Mientras ocurrían todos estos acontecimientos, Doña Inés de Basan y Orostegui, seguía dando muestras de su gran heroísmo y liderazgo innato; una noche mientras los bucaneros se encontraban en una de sus tantas borracheras, doña Inés logra escapar de su encierro y en las afueras del poblado se encuentra con el soldado Torres, quien le explica que se había hecho pasar por desertor de las filas españolas, todo esto urdido por el Capitán Luis Pérez de Vargas, para poder averiguar el poderío bélico del Corsario y el tipo de armamento que había logrado bajar dicho holandés de su barco "La Fidelidad", coludiéndose entonces en ese mismo momento Doña Inés con el soldado Torres, para cumplir un plan elaborado por ella misma, se escurren entre la oscuridad de la noche, pasando por el medio de los holandeses e indios vigías, consiguen alcanzar el pañol, mojando las cuerdas mechas y la pólvora del enemigo, inutilizando éstas, además de lograr sustraer cierta cantidad de pólvora y municiones, las que envió a los soldados españoles a través de un niño, quien informó de la proeza de doña Inés y del soldado Torres, los cuales al tomar conocimiento del arrojo de sus mujeres y niños, no dudaron en atacar a los holandeses, alcanzando éstos valientes hidalgos a rescatar a siete mujeres que se encontraban prisioneras y soltar parte del ganado que Córdes mantenía para proseguir viaje. Mientras los holandeses e indios reaccionaban de aquel sorpresivo ataque, logran defenderse muy pobremente, ya que sus bastimentos principales como era el caso de las cuerdas mechas de los cañones/ arcabuces, además de la pólvora que se encontraban mojadas, no logran hacer mella en las filas españolas, consiguiendo entonces los hispanos en aquel certero ataque, matar a dos holandeses y herir en un brazo al Corsario Baltasar de Córdes. En ese mismo evento y mientras los soldados hispanos peleaban con los holandeses, doña Inés hacia de las suyas tratando también de liberar a las mujeres restantes, siendo apresada nuevamente por los Corsarios, quienes habían vuelto a controlar la situación, no logrando los demás españoles poder sostener por más tiempo el disturbio por la gran diferencia de fuerzas, consiguen refugiarse en el bosque de la periferia de Castro y doña Inés castigada severamente por su acción, es flagelada con 150 latigazos, además de un apaleo que le dejó marcas imborrables en todo su cuerpo, signos de violencia que esta heroica mujer española llevaría hasta los días de su muerte acaecida por ahí por el año 1629 aproximadamente, no corriendo la misma suerte el soldado Torres, quien también había sido hecho prisionero, siendo puesto en el cadalso y ahorcado, ganando de esta forma doña Inés por su valiente acción meritoria , un lugar destacado en la historia de Chiloé y Chile en general, junto a las mujeres más valientes que pisaron éste suelo.

El historiador don Benjamín Vicuña Mackenna, se refirió en su Historia de Valparaíso con una frase muy hermosa y emotiva en honor a esta noble y heroica mujer: "El pérfido corsario holandés, que traicioneramente se apoderó de Castro, completó sin quererlo, el terceto de heroínas de Chile colonial que llevaron igual nombre: Inés de Suarez, Inés de Aguilera e Inés de Bazán".

Por Patricio Oyarzún Cárdenas

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